Nuestra Misión

Nuestra Misión

Cuando Dios llama a una mujer a la Sociedad...

En cada llamada Dios mismo, respirando el Espíritu Santo, atrae a un ser humano a su propio ser divino, a su propia vida; y para ese ser humano estalla una estrella, iluminando el cielo y llenando a la persona llamada de luz y vida y deseos de servir.


Estas palabras describen cada llamada de Dios, un acto creativo en el que el Espíritu  Santo, o el Aliento Santo de Dios, sobrevuela las aguas del caos, y Dios, inspirando y expirando, comunica su propia vida divina a un ser humano y saca de esa persona luz y vida, orden y propósito. La vocación es el inspirar y la misión es el expirar.

La misión es el expirar de Dios, Dios respirando el Espíritu Santo sobre el mundo al enviar a su Hijo, y compartiendo con la persona llamada la misión del Hijo, para que, mediante el Hijo en unión con el Padre, la persona llamada respire el Espíritu Santo sobre los seres humanos y el resto del universo de Dios. (Joseph Conwell SJ)

El fin de esta Sociedad, Fieles Compañeras de Jesús, es dedicarse con la gracia de Dios no solo a la salvación y perfección de sus miembros sino, con la misma gracia, trabajar con energía para ayudar a la salvación y perfección del prójimo. Para mejor lograr este fin en la Sociedad se hacen los votos de castidad, pobreza y obediencia. (Constituciones FCJ)

La esencia de nuestra misión como Fieles Compañeras de Jesús es estar con Jesús en su misión. El Padre nos llama a seguir a su Hijo en fidelidad… Jesús estaba limitado por su experiencia humana, pero entró plenamente en esa experiencia y quiso hacer sólo lo que complacía al Dios que lo envió. También para nosotras nuestra humanidad establece los límites y el espacio en que estamos llamadas a responder.

Como María, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, y como las santas mujeres, mensajeras de la Buena Noticia, somos enviadas a proclamar la Verdad, Jesús que está vivo y vive entre nosotros, que es Hijo de Dios y Salvador del mundo.

Nuestro deseo es seguir las huellas de Jesús, ser una sola cosa con él en su misión salvadora. Sea cual sea nuestro apostolado compartimos una única misión: somos fieles compañeras de Jesús.

La misión es nuestra vida entera entregada en el servicio: no es sólo lo que hacemos sino especialmente quiénes somos al hacerlo. Dondequiera que estemos y cualquiera que sea nuestro trabajo, somos enviadas y nuestra misión es ser fieles compañeras de Jesús. Nuestras Constituciones dicen:

Según el lugar y las circunstancias
podemos emprender cualquier trabajo
que contribuya a la salvación de las almas
y de la manera que parezca más conducente
para el servicio y la gloria de Dios
y el bien del prójimo.
Nos dedicamos de modo particular
a determinados ministerios que nos confió nuestra fundadora:
‘la educación de la juventud, especialmente de los pobres,
el trabajo de retiros espirituales y las misiones’.
Por encima de todo somos Compañeras de Jesús
cuyas vidas deben revelarlo al mundo.

Hoy en día la idea de congregaciones femeninas que tengan las Constituciones Jesuitas no es problema ni amenaza para nadie. Pero las fundadoras de dichos Institutos, mujeres como Marie Madeleine d’Houët y Mary Ward, fueron paradigmas de radicalidad, y por ello sufrieron una gran oposición. Respondieron a la estrella en su interior, al deseo que Dios les había dado de participar en la misión de Jesús mediante la disponibilidad apostólica; insistieron en que la libertad espiritual era necesaria para dicha vocación y sabían lo desafiante que era esto

También ha surgido en nosotras una estrella; como María, como las santas mujeres, como Marie Madeleine, cada una ofrecemos todo nuestro ser. Como ellas ofrecemos todo nuestro corazón y toda nuestra energía, abrazando para toda la vida el deseo de ser una con Cristo en su misión salvadora.

Como mujeres enviadas por Dios, somos testigos de la luz, de la Palabra que está en el mundo, mediante la que el mundo ha sido creado. Continuamente buscamos ser puestas junto a Jesús en su misión de revelar el amor salvador de Dios. Con María y las santas mujeres, estamos paradas al pie de la cruz, experimentada en el mundo de hoy. Rezamos al Padre junto a con Jesús, les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer.